miércoles, 19 de agosto de 2009

Glaciar Perito Moreno I

He contratado excursiones para los próximos tres días y me dejo libres los dos últimos para explorar esta parte de la Patagonia por mi cuenta, así que un autobús nos va recogiendo de hotel en hotel en El Calafate.

Aunque hoy no conduzco me he estudiado el mapa y sé que me conviene sentarme en el lado izquierdo para tener buenas vistas sobre el Lago Argentino y el glaciar. Sí, hasta ese punto llegan mis manías cuando se trata de viajar.

La impaciencia hace que tire las primeras fotos desde el propio autobús. Ya sabéis que el color del lago se debe a los minerales que arrastran el glaciar y las lluvias. Nuestro guía nos avisa que detrás de la siguiente curva podremos ver el glaciar y nos levantamos todos a una para verlo.




Nos dirigimos a uno de los puertos, porque hoy vamos a cruzar a la otra orilla para hacer un mini-trecking por el glaciar. Más tarde volveremos al autobús para subir a donde están las pasarelas.



Ya las primeras vistas de la inmensa pared de hielo nos impresionan. La parte visible tiene unos cincuenta metros, pero es que bajo el agua hay otros cien, porque el glaciar está apoyado sobre la roca. El frontal tiene entre dos y tres kilómetros de ancho.


Aquí es donde el glaciar choca con la Península de la Magdalena, y donde se provoca la famosa ruptura que hemos podido ver todos por televisión. La última fue en julio de 2008.


Hemos desembarcado, pero la impaciencia nos puede. Nos dividen en varios grupos en función del idioma y dudo si unirme a los británicos, que son menos, pero al final me quedo con unos cuantos argentinos y franceses. También hay un par de españoles con los que enseguida formamos nuestro Al Filo de lo Imposible particular. Espero que los de verdad no se enfaden.



Pero aún nos queda otra parada antes de empezar a caminar. Nos explican lo que es el hielo patagónico sur y la situación del Glaciar Perito Moreno. Aquí se puede observar cómo hace de presa natural. Cuando las aguas del Lago Argentino suben es cuando se produce la ruptura.


Poco a poco nos vamos acercando. La luz es fantástica.



Nos ayudan, menos mal, a ponernos los crampones, unas estructuras metálicas que nos darán más adherencia para caminar sobre el glaciar, y allá que vamos.



La experiencia es fantástica. Si alguna vez tenéis la ocasión de hacerlo no lo dudéis.






Nos acompañan dos guías estupendos que se aseguran de que no metamos la pata en ningún agujero. Este pie es de uno de ellos y marca hasta dónde podemos llegar para hacer la foto.