sábado, 8 de agosto de 2009

La Cascada de los Cántaros

Es domingo y toca otra excursión por el lago. La de ayer estuvo genial y hoy espero pasarlo igual de bien. Partimos del mismo lugar, Puerto Pañuelo, en un catamarán parecido. Algunas rapaces se pasean por allí en busca de algo que comer. En el puerto hay atracados algunos barcos antiguos.



Comenzamos con el mismo paisaje de ayer, que no por repetido es menos bello.



Pasamos junto a la pequeña isla donde está enterrado Francisco Pascasio Moreno, el famoso Perito Moreno, que desempeñó un papel tan relevante en la historia argentina.



Y nos detenemos un instante frente a la Cascada Blanca, que hace honor a su nombre.


Más lejos, el agua cambia bruscamente de color como consecuencia del agua glaciar, cargada de minerales, que arrastran los ríos. Uno se encuentra frente a un paisaje que bien podría ser de la Polinesia Francesa.





Desembarcamos, y tras subir una pequeña pero empinada cuesta, llegamos a la Cascada de los Cántaros. Es bonita, pero claro, después de ver Iguazú…



Nos encontramos con un alerce milenario que impresiona por su porte y por su edad.


Y con un pequeño lago glaciar.


Los menos aventureros vuelven al barco, pero unos cuantos nos internamos por un sendero para seguir descubriendo la zona.






Comemos cerca del centro de interpretación de Puerto Blest, que es muy interesante, y donde podemos aprender más sobre Francisco Moreno.

Otro día bien aprovechado. La excursión ha merecido la pena y la he disfrutado como si fuera la primera vez que navegara por este lago. Mañana toca devolver el coche y tomar un avión con destino El Calafate, la última parte de mi viaje.