martes, 24 de noviembre de 2009

La Leona II

Las piedras son de buen tamaño y pesan. Hoy hace mejor día, pero terminará lloviendo, ya lo veréis.



La erosión va desmenuzando estas piezas. ¡Qué lástima! No hay dinero suficiente para conservarlas y sólo las que tienen un interés especial terminan alojadas en un museo. Es de agradecer que al menos se pueda visitar la finca.


Un poco más de paisaje. Amarillo de plantas medio muertas de sed y azul en el cielo.



El agua arrastra las piedras montaña abajo.



Los troncos parecen fustes de columnas griegas destrozadas por un terremoto. Sólo faltan los capiteles.






Éste aún conserva parte del cepellón.


Algunos están en un equilibrio inestable, a punto de despeñarse.




Los hay por todas partes. No puedo decir que me haya defraudado la excursión, todo lo contrario.







Confío en que todas estas fotos os hayan resarcido por la larga espera a la que os he sometido.


miércoles, 18 de noviembre de 2009

La Leona I

Continuamos caminando un poco más.




Ya os dije que no era tan fácil distinguir los huesos de los árboles. Vamos a ver qué tal lo hacéis. ¿Hueso o tronco?





Algunos árboles y dinosaurios quedaron enterrados en el lecho del río. La falta de oxígeno, la presión y, sobre todo, el paso del tiempo, motivaron que las células dejaran paso a los minerales, petrificando los restos de aquellos seres vivos.

A mí me parece muy emocionante poder verlos y tocarlos. Por cierto, pesan un quintal. Y es que al final se han convertido en piedra.

Los restos están esparcidos por toda la hacienda. No hay dinero para hacer excavaciones y es la misma erosión del terreno la que los pone al descubierto y los va degradando. Es una lástima que no haya dinero para conservarlos.




Seguimos viendo más huesos.





Levantando de vez en cuando la vista para admirar este paisaje desolado.




Al contratar la excursión me daba miedo que luego no hubiese mucho que ver, pero os garantizo que merece la pena. No os decepcionará.


miércoles, 4 de noviembre de 2009

Badlands

Dejábamos el relato con la llegada a las “badlands”. Se trata del antiguo cauce de un río cuya presencia data de hace doscientos millones de años. No sé vosotros, pero a mí esa cifra no acaba de entrarme en la cabeza.






El paseo es sumamente fácil y sólo tiene una pequeña subida al final. Nada que nos quite el aliento a estas alturas de viaje.





Cecilia, la guía, es muy buena y nos va contando cosas del paisaje, la vegetación y la historia del lugar. Nos enseña a distinguir los huesos de los árboles. No creáis que es tan fácil.



Os estaréis preguntando dónde están esos árboles. Un poco de paciencia, enseguida llegan.