martes, 28 de julio de 2009

Excursión por el Nahuel Huapi II

Después de varias horas de navegación por el lago, llegamos al Parque Nacional de los Arrayanes, ese mismo que no pude ver al comienzo de mi viaje, desde Villa La Angostura, por no haber plaza en los barcos. Pero también se puede ir desde Bariloche y ahora puedo desquitarme.



Este parque fue creado en 1971, aunque ya estuvo protegido desde antes por pertenecer al P.N. Nahuel Huapi. Los árboles de este bosque tan singular son bastante grandes, de hasta diez metros de altura, y su corteza es de un color marrón muy particular.


La visita al parque es muy sencilla. Hay una pasarela de madera con unos pocos escalones que evita que destrocemos el suelo con nuestras pisadas. Además de en barco, también se puede llegar caminando, pero son muchas horas por un sendero de 10km en cada sentido, no apto para los que no estamos en forma.


El paseo es una gozada, y el bosque prácticamente impenetrable.



Sólo nos dan media hora, muy poco tiempo, pero hay que zarpar para visitar la Isla Victoria y con las visitas guiadas ya se sabe o que pasa. Como camino deprisa me da tiempo a dar dos vueltas, así puedo usar el polarizador sin miedo a que las fotos salgan mal.


sábado, 4 de julio de 2009

Excursión por el Nahuel Huapi I

Si pensáis que ya hubo bastante agua en las entradas anteriores no tenéis ni idea de la que os espera. Llegué ayer a Bariloche y no me fue difícil encontrar una empresa que ofreciera excursiones por el lago. Después de tantos kilómetros de ripio me apetece una excursión en barco, y hoy toca una cascada, la de los Cántaros y el Parque Nacional de los Arrayanes. Para no cansaros he dividido el día en varias entradas. Salimos desde Puerto Pañuelo, dejando atrás el Hotel Llao-Llao.


El lago se abre ante nosotros. Es inmenso y no se distingue su final, escondido tras varios recodos. Las montañas se elevan junto a él y el cielo está despejado. El agua es de un color azul imposible.




Corre una suave brisa que nos refresaca a los que estamos en cubierta. Es un día ideal para tomar el sol y beberse el fantástico paisaje que nos rodea. A veces parece que es siempre el mismo, pero la luz cambia.



Las fotos van cayendo poco a poco, como quien no quiere la cosa. Después de tantos días de soledad, me apetece un poco de compañía, pero tampoco hay que pasarse, ¿eh?



La vegetación cambia, el color del agua tambien.


Las gaviotas, acostumbradas a las galletas de los turistas, siguen de cerca la esta del barco y pronto nos dan alcance. No apruebo eso de dar comida a los animales salvajes; no es bueno para ellos, y me mantengo al margen por muchas ganas que tenga de imitarles, pero reconozco que es una buena ocasión para tirar más fotos.