Dentro de dos días podré volver por aquí, por las pasarelas, con más calma, porque hoy apenas nos dan una hora y media y eso es muy poco tiempo con tamaña maravilla enfrente. Desde aquí se pueden apreciar sus tres kilómetros de ancho y catorce de los cuarenta que tiene de largo.
Este glaciar es considerado estable, es decir, que pierde la misma cantidad de hielo (en un 70% de su superficie) que la que gana (en el otro 30%). Pasan unos 300 años desde que el hielo se deposita en forma de nieve hasta que alcanza el frontal del glaciar. Sorprendentemente, el ritmo de renovación del hielo es muy rápido.
Estamos atentos a cualquier desprendimiento, rezando para que sea uno espectacular, pero los que se producen son muy pequeños y son difíciles de captar, porque cuando nos llega el sonido es demasiado tarde.. En el centro de esta foto podéis ver uno.
Los arbustos de flores rojas son notros y aquí tienen un tamaño más pequeño comparados con los que vi en Bariloche, pero están cargados de flores.
El azul intenso de algunas zonas del glaciar indica que allí el hielo fue sometido a una mayor presión.
Poco a poco el cielo se ha ido cubriendo de nubes y se espera lluvia para mañana, pero el espectáculo es tan maravilloso que no nos importa.