Había llegado antes de que salieran los barcos, pero como era domingo no quedaba ningún pasaje libre. Digamos que me quedé con un palmo de narices, observando la Bahía Brava.
Y la Bahía Mansa.
Había leído que se podía llegar caminando hasta el Bosque de Arrayanes, pero eran 24 km por un terreno accidentado y tardaría demasiadas horas, así que quedó aparcado por una semana, hasta que llegase a Bariloche, porque desde allí también salen barcos.
Me acerqué al guarda-parque y me contaron que podía hacer una excursión por un par de miradores. Era una caminata muy fácil, con una pequeña subida que sólo me llevaría un par de horas. Ya tenía plan para lo que quedaba de tarde.
Después de ascender unos escalones se llega al primer mirador, el mejor de los dos con diferencia.
Si echamos un vistazo de izquierda a derecha…
Ahí va uno de los dos barcos.