lunes, 30 de marzo de 2009

Parque Nacional Laguna Blanca

Zapala fue lo más al norte que estuve con el coche. El motivo de llegar hasta aquí, aparte del de conducir por la mítica Ruta 40, era visitar el Parque Nacional de Laguna Blanca, así que puse rumbo hacia allí, con la intención de echar la mañana y manejar luego hacia el sur hasta que me cansara.

Los Andes quedaban un poco más alejados de lo habitual, y el paisaje era más desértico que nunca. Apenas si pasaban coches.




Un desierto atravesado por una única carretera y con una gran laguna al fondo.

Por lo visto es posible observar cigüeñas negras, pero yo no tuve tanta suerte y hube de contentarme con el paisaje.




A falta de seres humanos un pequeño rebaño se me cruzó en el camino.


Era ya media mañana, hora de marchar si no quería morir bajo el sol abrasador.




El camino de vuelta lo hice por pistas de ripio, pasando por Las Coloradas.


Ésta es una bandurria, un ave desconocida por mí.


El pueblo de Las Coloradas da una idea de lo aislado del lugar. A la entrada habían construido una pequeña capilla junto a la carretera.



De vuelta sobre el asfalto, y como aún quedaban muchas horas de luz decidí acercarme al Parque Nacional Lanín. La silueta del volcán volvía a recortarse limpia de nubes sobre el horizonte.



Y pude avistar mi primer cóndor. Eran varios en realidad los que volaban en círculo directamente sobre mi cabeza. Lástima que mi tele no sea gran cosa, aunque también volaban bastante altos. Su nombre deriva del quechua “kuntur” y fue un momento muy emocionante.