De los nueve kilómetros de caminata hemos hecho la mitad andando y la otra mitad en jeep, para ganar tiempo y no hacer esperar a los que están junto al barco. Nos dicen que el mirador de aves está cerrado porque hay demasiados mosquitos, cosa que a mí me suena a cuento chino, pero como no hay manera de comprobarlo, nos conformamos.
Estamos a unos 4km por encima de las famosas cataratas, que aún no hemos visto, por cierto (no desesperéis, que todo llega a su tiempo) y el río aquí es muy ancho y de fuerte corriente, aunque no se aprecie en las fotos.
Las orillas están cubiertas de una densa vegetación, entre la que destacan los bambúes, mucho más altos y gruesos de lo que yo los imaginaba.
Las orillas están cubiertas de una densa vegetación, entre la que destacan los bambúes, mucho más altos y gruesos de lo que yo los imaginaba.
Una de las ventajas de hacer excursiones de este tipo es que hay poca gente, la atención es más personalizada y se pueden ver más animales y plantas. El capitán conoce bien los lugares donde suelen tomar el sol los caimanes, aunque éstos salen huyendo en cuanto nos acercamos un poco. Más adelante nos encontramos con algunas crías.