Completamos la visita desde el lado brasileño con esta entrada, que es muy parecida a una que ya publiqué en Más extraño que la ficción. Dicen que la primera impresión es la que queda, y deben tener razón porque a mí tardará en olvidárseme. El lado argentino es el de la derecha de las fotos, pero lo dejamos para otra ocasión; hoy nos centramos en el brasileño.
Se baja cómodamente en ascensor, hasta la pasarela, que como veis discurre paralela al borde de la cascada. Es una forma de acercar la naturaleza a todos sin que ésta se vea dañada por los visitantes.
A la izquierda hay varios miradores desde los que admirar la caía del agua.
A nuestro lado aparece un mar embravecido, lleno de escollos.