La visita desde el lado argentino lleva más tiempo y requiere un poco de organización, porque hay muchas pasarelas y hace falta coger trenes eléctricos que están sujetos a unos horarios. Las colas pueden ser largas y conviene estar un poco antes de la hora.
Una ventaja, que sin embargo yo no utilicé, es que hay varios restaurantes estilo buffet dentro del parque y algo de sombra donde guarecerse del sol y descansar un poco.
Una ventaja, que sin embargo yo no utilicé, es que hay varios restaurantes estilo buffet dentro del parque y algo de sombra donde guarecerse del sol y descansar un poco.
La Garganta del Diablo es en mi opinión la parte más espectacular, una zona en forma de herradura donde el agua cae en mayor cantidad y con más fuerza. Conviene ir a primera hora de la mañana, bajarse del tren y caminar hasta ella sin entretenerse, para llegar cuando aún hay poca gente. Las fotos del camino pueden hacerse tranquilamente a la vuelta.
El Río se precipita con violencia por un desnivel de casi cien metros. Pequeños pájaros vuelan por entre los saltos de agua y parece imposible que no sean arrastrados por ella.
Aquí se puede observar la nube de agua. Al fondo a la derecha está el ascensor y la pasarela del lado brasileño, donde había estado el día anterior. La vista es espectacular y como esta vez el viento soplaba en otra dirección todo fue más fácil.
Fijaos en lo cerca que está la pasarela del borde. El ruido del agua es atronador.