El día amanece menos nublado que ayer, pero seguimos madrugando bastante. Por el camino nos encontramos con unos cuantos cóndores, pero están demasiado lejos, y mi teleobjetivo no es demasiado bueno.
Se trata de repetir un poco la excursión de hace dos días, solo que sin mini-trecking y con más pasarelas. Ya me lo habían advertido, pero no sé cuándo podré volver por aquí, y no me importa verlo de nuevo.
El barco es más grande y está atestado de gente, pero no nos dejan salir a cubierta. No obstante, por si acaso, tomo posiciones junto a la escalera. Mi enfado desaparece pronto, cuando nos permiten subir.
Las nubes acuden pronto a hacernos compañía. Y eso que no las habíamos llamado…
La experiencia es un grado, y sé de sobra que la mayoría de la gente sólo quiere hacer un par de fotos para decir que estuvieron allí. Conseguido su objetivo enseguida se retiran al interior del barco, así que sólo hay que tener paciencia. Pronto quedamos una docena disfrutando de las vistas.
Podemos recrearnos tranquilamente en los detalles.